Cuenta la leyenda que Fausto era un anciano que vivía en un castillo, en Knittlingen, Alemania. No tenía amigos ni familia. Fausto pretendía adquirir el conocimiento absoluto, saber todo, e hizo un pacto con el diablo. Dicho pacto tenía condiciones y consistía en que Fausto volvería a ser joven, tendría 25 años de placeres mundanos, riquezas y poder, a cambio de su alma.
Este Fausto fue considerado como un perdedor, pues pasados los 25 años, perdió su alma para el diablo.
El objetivo de la leyenda, cuentan, era alertar a la sociedad de que la realización del pacto tenía como resultado la condena eterna. No es ventajoso tener 25 años de placer, que toda la eternidad en el cielo, argumenta la leyenda.